(publicado en el blog “Del dicho al hecho”, en http://www.serresponsable.es/, el día 29 de octubre de 2007)
Las circunstancias de la vida a veces nos llevan por derroteros de lo más insospechados. Cuando aún tenemos vivos en nuestra memoria eslóganes como “Nuclear, no gracias”, que se convirtió en uno de los emblemas de los ecologistas, ahora resulta que la energía nuclear es clave en la lucha contra el cambio climático. Menuda paradoja.
Por lo menos esto es lo que se desprende de un informe del Parlamento Europeo que señala que más del 30% de la producción bruta de electricidad de la Unión Europea procede de este tipo de energía. El documento afirma que únicamente es posible reducir las emisiones de gases invernadero del sector energético de una forma exitosa con el fomento del uso de tecnologías de baja producción de carbono: carbón limpio, energías renovables o la energía nuclear. En resumen, que para cumplir con Kyoto necesitamos la energía nuclear.
Dicho esto, no parece fácil que quienes dirigen nuestros derroteros puedan hacer demasiado caso del Informe, más si tenemos en cuenta que el grado de aceptación de la energía nuclear entre la ciudadanía es bajísimo. Sin ir más lejos, en un extraordinario estudio que recientemente ha publicado la Fundación BBVA se han realizado diferentes preguntas a dos mil encuestados y una de éstas se refería a la aceptación de las diferentes energías. Pues bien, la energía nuclear logró un triste 3,1 de promedio sobre 10. Apostar por esta energía, en consecuencia, parece un reto casi imposible. Tendremos que esperar a que Al Gore haga alguna propuesta al respecto, ¿no?
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