(publicado en el blog “Del dicho al hecho”, en http://www.serresponsable.es/, el día 14 de noviembre de 2007)
Si bien es cierto que las energías renovables parecen claves para el futuro de nuestros suministros energéticos, también lo es que éstas son mucho más caras que las convencionales. En este punto nos encontramos con la vieja disyuntiva de hacer lo que debemos o hacer lo que podemos. De acuerdo, queremos utilizar energías limpias pero nuestra economía doméstica ya está lo bastante magullada como para nuevos incrementos.
El propio Ministerio de Industria, en boca de su director general de política energética y minas, Jorge Sanz, señalaba hace pocas fechas que no se deben lanzar mensajes erróneos a la ciudadanía. Todo el mundo debe saber que el uso de las energías renovables supone un incremento en la factura. Bien.
Llegados a este punto, ¿qué hacemos? Seguimos lanzando CO2 hacia arriba o pagamos más. El otro día, el experto Steven Kull apostaba por establecer un canon en el uso de las energías “convencionales”. Muy bien, con esto seguro que logramos que precio por precio todo el mundo prefiera las renovables. Fantástico. Pero me temo que esto no hace disminuir el precio de éstas energías, ¿o si? Hay bastantes planteamientos sobre la mesa, pero todos ellos muy mal resueltos: ecotasas, impuestos sobre el clima, impuesto sobre el carbono, etc. La misma línea de Kull.
Para dar estas soluciones no hacen falta ni políticos ni expertos. Para llegar a la conclusión de que hagamos lo que hagamos vamos a terminar pagando los consumidores no hace falta vestir nada con un nombre bonito. Se sube la energía, pagamos como siempre, y nos plantamos a esperar la próxima subida de lo que sea. Triste panorama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario