Publicado en Diario Responsable (http://www.diarioresponsable.com)
Nos preocupamos de preservar a los niños de determinados contenidos en televisión, violentos por ejemplo, y les dejamos ver anuncios de juguetes que les llevan a engaño y les crean una enorme frustración. Y poca cosa tienen que decir padres, tíos, abuelos y amigos, que se ven envueltos en la ilusión del regalado y en la tomadura de pelo del anunciante.
No se me ocurre a un padre diciéndole a su hijo: “no pidas a los Reyes la isla de marras, que sólo es un trozo de cartón con tres moldes y tres figuras de plástico, sin pintar siquiera, que venden gracias a una campaña de marketing destinada al engaño de los más pequeños como tu”. Traga, paga, se cabrea y espera que el niño sepa cómo se llega a Teruel para poderle asesorar como es debido. ¿Cómo puede valer lo mismo un cartón y seis pedazos de plástico, que un coche de Scalextric, para ir a lo sofisticado? Que nadie me salga con la publicidad de unos y otros porque ambos juguetes realizan campañas similares.
Pronto se deberá tomar cartas en el asunto. No es permisible que se tome el pelo a la gente aprovechando la ilusión de los niños, no es ético. En estos días seguro que todos hemos visto ejemplos evidentes. Juguetes a precio cuadriplicado, por el marketing, que luego encontramos en la esquina a un precio normal con otra marca en la caja. Una vergüenza que deberían denunciar asociaciones de consumidores y administraciones algún día.
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