(Publicada en Diario Responsable el día 25 de mayo de 2008)
En los últimos tiempos las organizaciones que combaten el cambio climático han ideado interesantes calculadoras de emisiones de CO2 que, más allá del rigor de dichos artefactos, que se le supone, por lo menos sirven para que tomemos consciencia que emitimos mucho más de lo que creemos y de forma indiscriminada.
En este sentido, se habla poco del papel decisivo de la tecnologías de la información y de la comunicación. Y lo poco que se habla viene de la boca de las propias empresas que lideran estas tecnologías, con lo cual la credibilidad queda en entredicho porque son parte interesada. Lo cierto es que si estamos de acuerdo que el transporte de viajeros, y especialmente el avión, es uno de los principales contaminantes también lo estaremos que es en este apartado donde la tecnología puede ayudarnos cada vez más.
Para que vamos a engañarnos. Hoy en día el 90% de los viajes de negocios se podrían ahorrar. Si no se ahorran es por un componente social y porque muchos directivos parecen deseosos de competir con sus homónimos a la hora de escenificar quién trabaja más y quien viaja más o menos. La realidad es otra: con los actuales sistemas de videoconferencia, sin ir más lejos, la mayoría de sus viajes desaparecerían de su agenda. Pero, claro, luego tendrían que estar en su oficina trabajando. Alguno ni se acuerda de cómo se hace esto.
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